De Ana Shirley a Philippa Gordon. ¡Salud!
Querida Phil: Ya es tiempo de que te haga llegar noticias mías. Aquí estoy otra vez, trabajando de maestra rural, en Valley Road. Me alojo en «Junto al Camino», la casa de la señorita Janet Sweet. Janet es un encanto y muy bonita; alta, pero no demasiado; algo corpulenta pero con un perfil que sugiere un alma frugal que ni siquiera pierde su dominio en cuestión de peso. Tiene una mata de suave y rizado cabello castaño con algunas hebras grises, un rostro alegre con mejillas rosadas y un par de dulces ojos azules como nomeolvides. Más bien es una de esas deliciosas cocineras a la antigua, a las que no les importaba un ápice arrumar tu aparato digestivo con tal de engordarte con comidas pesadas.
Yo la quiero y ella me quiere, principalmente, según parece, porque tenía una hermana llamada Ana, que murió muy joven.
«Me alegro mucho de conocerte», me dijo cuando llegué. «Pero no eres como te había imaginado. Estaba segura de que serías morena, como mi hermanita Ana; ¡y hete aquí que eres pelirroja!».