—¿Qué vais a hacer hoy? —preguntó Philippa irrumpiendo en el cuarto de Ana un sábado por la tarde.
—Vamos a pasear por el parque —respondió Ana—. Debería quedarme a terminar mi blusa, pero no puedo coser en un día tan hermoso. Hay algo en el aire que me corre por las venas y llena de gloria mi alma. Mis dedos se niegan a dar una puntada. De modo que nos vamos rumbo al parque.
—¿Ese «nos» incluye a alguien más que tú y Priscilla?
—Sí, incluye a Gilbert y a Charlie, y nos encantaría que tú también nos acompañaras.
—Pero si fuera me convertiría en la tercera en discordia —se quejó Phil—. Y ésa sería una experiencia completamente nueva para mí.
—Y bien, las experiencias nuevas son siempre interesantes. Ven, y así serás capaz de sentir simpatía por esas pobres almas que hacen de tercero en discordia tan a menudo. Pero ¿dónde están todas tus víctimas?