Tus creencias financieras provienen de un porcentaje mínimo de lo que ha ocurrido en el mundo, pero ese pequeño fragmento conforma la mayoría de tu visión sobre cómo funciona. Por eso, juzgar las decisiones económicas de otros sin comprender su historia es una forma de arrogancia. Lo que alguien considera una locura, otro puede verlo como sentido común.

La clave no es encontrar una verdad absoluta sobre el dinero, sino entender que todos lo experimentamos desde una lente emocional, marcada por el azar de cuándo y dónde nacimos, qué vimos en casa, qué temores heredamos y qué aspiraciones nos impulsan. La empatía, más que la lógica, es el primer paso para mejorar tu relación con el dinero.

Punto clave dos: La suerte y el riesgo definen más de lo que crees

Nada en las finanzas es tan justo como parece. El éxito no siempre es resultado de la inteligencia o el esfuerzo, así como el fracaso no siempre se debe a la incompetencia o la flojera. El azar, en forma de suerte o riesgo, juega un papel invisible pero enorme. Dos personas pueden tomar las mismas decisiones con las mismas habilidades y obtener resultados completamente opuestos, simplemente por estar en el lugar y momento equivocados… o acertados.