Así habló Zaratustra

Si fueran compasivos de verdad, quitarían a sus prójimos el gusto de la vida. Ser malvados – ésa sería su verdadera bondad.

Pero ellos quieren librarse de la vida: ¡qué les importa el que, con sus cadenas y sus regalos, aten a otros más fuertemente todavía! –

Y también vosotros, para quienes la vida es trabajo salvaje e inquietud: ¿no estáis muy cansados de la vida? ¿No estáis muy maduros para la predicación de la muerte?

Todos vosotros que amáis el trabajo salvaje y lo rápido, nuevo, extraño, – os soportáis mal a vosotros mismos, vuestra diligencia es huida y voluntad de olvidarse a sí mismo.

Si creyeseis más en la vida, os lanzaríais menos al instante. ¡Pero no tenéis en vosotros bastante contenido para la espera – y ni siquiera para la pereza!

Por todas partes resuena la voz de quienes predican la muerte: y la tierra está llena de seres a quienes hay que predicar la muerte.

O «la vida eterna»: para mí es lo mismo, – ¡con tal de que se marchen pronto a ella!

Así habló Zaratustra.

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