Así habló Zaratustra

Demasiado tiempo he estado anhelando y mirando a lo lejos. Demasiado tiempo he pertenecido a la soledad: así he olvidado el callar.

Me he convertido todo yo en una boca, y en estruendo de arroyo que cae de elevados peñascos: quiero despeñar mis palabras a los valles.

¡Y lo haré aunque el río de mi amor se precipite en lo infranqueable! ¡Cómo no va a acabar encontrando tal río el camino hacia el mar!

Sin duda hay en mí un lago, un lago eremítico, que se basta a sí mismo; mas el río de mi amor lo arrastra hacia abajo consigo – ¡al mar!

Nuevos caminos recorro, un nuevo modo de hablar llega a mí; me he cansado, como todos los creadores, de las viejas lenguas. Mi espíritu no quiere ya caminar sobre sandalias usadas.

Con demasiada lentitud corre para mí todo hablar: –¡a tu carro salto, tempestad! ¡E incluso a ti quiero arrearte con el látigo de mi maldad!

Como un grito y una exclamación jubilosa quiero correr sobre anchos mares, hasta encontrar las islas afortunadas[146] donde moran mis amigos: –

¡Y mis enemigos entre ellos! ¡Cómo amo ahora a todo aquel a quien me sea lícito habl2arle! También mis enemigos forman parte de mi bienaventuranza.

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