Así habló Zaratustra

«Venganza queremos ejercer, y burla de todos los que no son iguales a nosotros» – esto se juran a sí mismos los corazones de tarántulas.

«Y “voluntad de igualdad” – éste debe llegar a ser en adelante el nombre de la virtud; ¡y contra todo lo que tiene poder queremos nosotros elevar nuestros gritos!».

Vosotros predicadores de la igualdad, la demencia tiránica de la impotencia es lo que en vosotros reclama a gritos «igualdad»: ¡vuestras más secretas ansias tiránicas se disfrazan, pues, con palabras de virtud!

Presunción amargada, envidia reprimida, tal vez presunción y envidia de vuestros padres: de vosotros brota eso en forma de llama y de demencia de la venganza.

Lo que el padre calló, eso habla en el hijo; y a menudo he encontrado que el hijo era el desvelado secreto del padre.

A los entusiastas se asemejan: pero no es el corazón lo que los entusiasma, – sino la venganza. Y cuando se vuelven sutiles y fríos, no es el espíritu, sino lo envidia lo que los hace sutiles y fríos.

Sus celos los conducen también a los senderos de los pensadores; y éste es el signo característico de sus celos – van siempre demasiado lejos: hasta el punto de que su cansancio tiene finalmente que echarse a dormir incluso sobre nieve.

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