Asà habló Zaratustra
Asà habló Zaratustra «Allà está la isla de los sepulcros, la silenciosa; allà están también los sepulcros de mi juventud. A ella quiero llevar una corona siempre verde de vida».
Con este propósito en el corazón atravesé el mar. –
¡Oh vosotras, visiones y apariciones de mi juventud! ¡Oh vosotras, miradas todas del amor, vosotros instantes divinos! ¡Qué aprisa habéis muerto para mÃ! Me acuerdo de vosotros hoy como de mis muertos.
De vosotros, muertos queridÃsimos, llega hasta mà un dulce aroma que desata el corazón y las lágrimas. En verdad, ese aroma conmueve y alivia el corazón al navegante solitario.
Aún continúo siendo el más rico y el más digno de envidia – ¡yo el más solitario! Pues yo os tuve a vosotros, y vosotros me tuvisteis a mÃ: decid, ¿a quién le cayeron del árbol, como a mÃ, tales manzanas de rosa?[194]
Aún continúo siendo heredero de vuestro amor, y tierra que en recuerdo vuestro florece con multicolores virtudes silvestres, ¡oh vosotros amadÃsimos!
Ay, estábamos hechos para permanecer próximos unos a otros, oh propicios y extraños prodigios; y vinisteis a mà y a mi deseo no como tÃmidos pájaros – ¡no, sino como confiados al confiado!
