Así habló Zaratustra

Del espíritu de la pesadez

1

Mi boca – es del pueblo: yo hablo de un modo demasiado grosero y franco para los conejos de seda. Y aún más extraña les suena mi palabra a todos los calamares y plumíferos[353].

Mi mano – es la mano de un necio: ¡ay de todas las mesas y paredes y de todo lo demás que ofrezca espacio para las engalanaduras de un necio, para las emborronaduras de un necio!

Mi pie – es un pie de caballo; con él pataleo y troto a campo traviesa de acá para allá, y todo correr rápido me produce un placer del diablo.

Mi estómago – ¿es acaso el estómago de un águila? Pues lo que más le gusta es la carne de cordero[354]. Con toda seguridad es el estómago de un pájaro.

Un ser que se alimenta con cosas inocentes, y con poco, dispuesto a volar e impaciente de hacerlo, de alejarse volando – ése es mi modo de ser: ¡cómo no iba a haber en él algo del modo de ser de los pájaros!

Y, sobre todo, el que yo sea enemigo del espíritu de la pesadez, eso es algo propio de la especie de los pájaros: ¡y, en verdad, enemigo mortal, archienemigo, protoenemigo! ¡Oh, adonde no voló ya y se extravió ya volando mi enemistad!

Sobre ello podría yo cantar una canción – – y quiero cantarla: aunque esté yo solo en la casa vacía y tenga que cantar para mis propios oídos.

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