Así habló Zaratustra

En tu proximidad, aunque tú quieras ser el más ateo de todos, venteo yo un secreto aroma de incienso y un perfume de prolongadas bendiciones: ello me hace bien y me causa dolor al mismo tiempo.

¡Permíteme ser tu huésped, oh Zaratustra, por una sola noche! ¡En ningún lugar de la tierra me siento ahora mejor que junto a ti!». –

«¡Amén! ¡Así sea!, dijo Zaratustra con gran admiración, por ahí arriba sube el camino, allí está la caverna de Zaratustra.

Con gusto, en verdad, te acompañaría yo mismo hasta allí, venerable, pues amo a todos los hombres piadosos. Pero ahora me llama un grito de socorro que me obliga a separarme de ti a toda prisa.

En mis dominios nadie debe sufrir daño alguno; mi caverna es un buen puerto. Y lo que más me gustaría sería colocar de nuevo en tierra firme y sobre piernas firmes a todos los tristes.

Mas ¿quién te quitaría a ti de los hombros el peso de tu melancolía? Para eso soy yo demasiado débil. Largo tiempo, en verdad, vamos a aguardar hasta que alguien te resucite a tu Dios.

Pues ese viejo Dios no vive ya: está muerto de verdad». –

Así habló Zaratustra.

eXTReMe Tracker