Cuando la luz se va desvaneciendo,
cuando ya el consuelo del rocÃo
se filtra en la tierra,
invisible, inaudible
—pues delicado calzado lleva
el consolador rocÃo, como todo dulce consuelo—
entonces recuerdas, recuerdas tú, ardiente corazón
cuán sediento estuviste
de celestiales lágrimas y gotas de rocÃo,
abrasado, cansado, sediento,
mientras en sendas de amarilla hierba
malignas miradas del sol crepuscular
por entre negros árboles en torno a ti corrÃan,
deslumbrantes, malintencionadas, abrasadoras miradas del sol. 73 >>
«¿Tú el pretendiente de la verdad?» —asà se mofaban—.
«¡No! ¡Sólo un poeta!
un animal astuto, saqueador, rastrero,
que ha de mentir,
que premeditadamente, intencionadamente
ha de mentir,
multicolor larvado,