1984

Además, ya no le causaba tanta tortura la palanca. Podía evitarse el dolor con un poco de habilidad, porque ahora sólo lo castigaba O'Brien por faltas de inteligencia. A veces pasaba una sesión entera sin que se moviera la aguja del disco. No recordaba cuántas sesiones habían sido. Todo el proceso se extendía por un tiempo largo, indefinido -quizá varias semanas-, y los intervalos entre las sesiones quizá fueran de varios días y otras veces sólo de una o dos horas.

-Mientras te hallas ahí tumbado -le dijo O'Brien-, te has preguntado con frecuencia, e incluso me lo has preguntado a mí, por qué el Ministerio del Amor emplea tanto tiempo y trabajo en tu persona. Y cuando estabas en libertad te preocupabas por lo mismo. Podías comprender el mecanismo de la sociedad en que vivías, pero no los motivos subterráneos. ¿Recuerdas haber escrito en tu Diario: «Comprendo el cómo; no comprendo el porqué»? Cuando pensabas en el porqué es cuando dudabas de tu propia cordura. Has leído el libro de Goldstein, o partes de él por lo menos. ¿Te enseñó algo que ya no supieras?

-¿Lo has leído tú? dijo Winston.

-Lo escribí. Es decir, colaboré en su redacción. Ya sabes que ningún libro se escribe individualmente.

-¿Es cierto lo que dice?

eXTReMe Tracker