El corazón de Winston volvió a llenarse de aquella adoración por O'Brien que nada parecÃa capaz de destruir. «¡Qué inteligente pensó-, qué inteligente es este hombre!» Nunca dejaba O'Brien de comprender lo que se le decÃa. Cualquiera otra persona habrÃa contestado que habÃa traicionado a Julia. ¿No se lo habÃan sacado todo bajo tortura? Les habÃa contado absolutamente todo lo que sabÃa de ella: su carácter, sus costumbres, su vida pasada; habÃa confesado, dando los más pequeños detalles, todo lo que habÃa ocurrido entre ellos, todo lo que él habÃa dicho a ella y ella a él, sus comidas, alimentos comprados en el mercado negro, sus relaciones sexuales, sus vagas conspiraciones contra el Partido... y, sin embargo, en el sentido que él le daba a la palabra traicionar, no la habÃa traicionado. Es decir, no habÃa dejado de amarla. Sus sentimientos hacia ella seguÃan siendo los mismos. O'Brien habÃa entendido lo que él querÃa decir sin necesidad de explicárselo.
-Dime -murmuró Winston-, ¿cuándo me matarán?
-A lo mejor, tardan aún mucho tiempo -respondió O'Brien-. Eres un caso difÃcil. Pero no pierdas la esperanza. Todos se curan antes o después. Al final, te mataremos.