El camino de Mandalay a Wigan es largo, y las razones para recorrerlo no están inmediatamente claras.
En los anteriores capítulos de este libro he hecho una exposición bastante fragmentaria de varias cosas que vi en las zonas mineras de Lancashire y Yorkshire. Fui allá en parte porque quería ver personalmente las peores consecuencias del desempleo masivo, y en parte para observar de cerca al grupo más representativo de la clase obrera inglesa. Esto último me era necesario como parte de mi aproximación al socialismo, pues creo que, antes de estar seguro de que se está realmente a favor del socialismo, es necesario decidir si se considera o no tolerable el estado de cosas actual, y es necesario además tomar posición claramente ante el dificilísimo problema de las relaciones entre las clases. Aquí habré de hacer una digresión para explicar cómo se ha formado mi actitud ante dicha cuestión. Evidentemente, ello implica exponer una serie de hechos de carácter autobiográfico, cosa que no haría si no creyese que soy lo bastante representativo de mi clase, o, mejor dicho, de mi casta, para que mi proceso personal tenga valor de ejemplo.