Las memorias de Mama Blanca

Las memorias de Mama Blanca

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SE ACABÓ TRAPICHE

Un día jugábamos en el huerto, Violeta, cuyas ansias aventureras la lanzaban a todo género de empresas azarosas, con sus correspondientes probabilidades de luchas y rebeldías, Violeta, digo, se había ido al comedor y había cogido un cuchillo. Con él cortaba ramas, les sacaba punta y las clavaba en la tierra diciendo:

—Estos son mis tablones de caña; estos otros son mis cafetales, aquí están mis jardines, todo esto es mi hacienda: ¡que nadie se acerque!

Una de las sirvientas allí presentes se acercó, le rogó que fundara su hacienda prescindiendo del cuchillo, que tanto Mamá como Evelyn nos tenían terminantemente prohibido que jugáramos con fuego, con tinteros y con cuchillos. Violeta le contestó que se apartara en seguida de allí y que no la molestara repitiendo tonterías. A fin de salvar su responsabilidad, la sirvienta se fue y advirtió a Evelyn. Llegó Evelyn en el momento en que Violeta enarbolando una rama le sacaba punta. El cuchillo brillaba y relampagueaba por los aires. Al comprobar el hecho, Evelyn dijo con autoridad:

—Violeta, dame el cuchillo.

Violeta contestó:

—No.


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