EL SOFISTA o del ser

EXTRANJERO: —Así es, querido Teodoro. Nada me lo impide, y no es difícil responder que entre nosotros son tres clases distintas. Pero definir con claridad cada una de ellas y su naturaleza no es ciertamente fácil tarea.

TEODORO. —La casualidad ha querido, Sócrates, que hayas tocado cuestiones muy análogas a las que habíamos suscitado con este extranjero antes de venir aquí. Lo que te respondió ahora nos lo había ya dicho, y ha oído muchas veces hacer estas distinciones, y se acuerda muy bien de ellas.

SÓCRATES. —No puedes, extranjero, rehusarnos la primera gracia que te pedimos. Pero dime, ¿cómo acostumbras a discutir? ¿Prefieres explicar por ti mismo en largos discursos lo que te propones demostrar o gustas más proceder por preguntas y respuestas, a ejemplo de Parménides, a quien oí discutir, siendo yo muy joven y él muy avanzado en años?

EXTRANJERO: —Si tropiezo con un interlocutor fácil y de buena voluntad, es preferible el diálogo; pero, en otro caso, es mejor hablar solo.

SÓCRATES. —Escoge entre nosotros el que te agrade. Todos estamos a tus órdenes. Pero si me crees, dirígete más bien a un joven, por ejemplo, a nuestro querido Teeteto, o bien a cualquier otro, si lo prefieres.

eXTReMe Tracker