Yo preferiría la condición de labrador al servicio de un hombre pobre, que viva del trabajo de sus manos,
a reinar sobre la multitud toda de los muertos.[1]
Y éstos:
Se mostraría a las miradas de los mortales y de los inmortales
esta estancia de tinieblas y de horrores, aborrecida por los dioses mismos.[2]
Y después:
¡Ay de mí!, en las estancias de Hades aún nos queda
un alma y una imagen, pero privada de todo entendimiento.[3]
Y también:
Él sólo piensa; los demás son sombras errantes.[4]
Y éstos:
Su alma, al salir del cuerpo, voló al Hades
llorando su destino y echando de menos su virilidad y su juventud.[5]
Y también:
Su alma, como el humo, se sume bajo la tierra dando gemidos.[6]
Y, en fin:
Como los murciélagos, que en el fondo de un antro sagrado