El Sistema del doctor Alquitrán y el profesor Pluma

Recibí una terrible paliza, tras de la cual rodé bajo un sofá y me quedé inmóvil. Luego de un cuarto de hora, tiempo en el cual escuché con todos mis sentidos lo que seguía ocurriendo en la habitación, llegué a una explicación satisfactoria del desenlace de aquella tragedia. Por lo visto, al hablarme del loco que había incitado a sus compañeros a la rebelión, Monsieur Maillard no había hecho otra cosa que relatarme sus propias hazañas. Este caballero había sido el director del establecimiento dos o tres años atrás, pero acabó por enloquecer a su turno y pasó a la categoría de paciente. El compañero de viaje que me había presentado ignoraba semejante cosa. En cuanto a los guardianes, dominados por los locos, habían sido primeramente untados de alquitrán, luego emplumados y finalmente metidos en las celdas subterráneas. Llevaban allí un mes, en el curso del cual Monsieur Maillard no solamente les había prodigado generosamente el alquitrán y las plumas (que constituían su «sistema»), sino que los había tenido a pan y agua. Esta última en forma de ducha diaria… Pero, al fin, tras de escapar por una cloaca, uno de los prisioneros logró poner en libertad a los demás.




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