—¡Fuerza de músculos, Wan Stiller! —gritó el vizcaíno—. ¡Los filibusteros no tienen rivales remando!
—¡Ohé! ¡Uno! ¡Dos! —contestó el hamburgués inclinándose sobre el remo.
Salió la chalupa de la caleta y se lanzó en las aguas del golfo sobre la pista del gobernador de Maracaibo con la velocidad de una flecha.