LOS SUPERVIVIENTES DE LA CAĂ‘ONERA
Pocos minutos despuĂ©s, la joven y sus compañeros hallábanse en torno del hogar de la aldea, encendido de nuevo, y junto al anciano igorrote. HabĂa cesado el peligro: los mandayas, que bajaron para recoger las armas de los muertos, armas preciosas para ellos, volvieron con la buena noticia de que los asaltantes habĂan abandonado la selva. El jefe, despuĂ©s de enviar algunos centinelas a tierra por temor de una sorpresa, tomĂł la palabra y comenzĂł la narraciĂłn, que Pram-Li traducĂa a sus amigos palabra por palabra.
—SĂ; he visto a los hombres blancos —principiĂł a decir— como os estoy viendo a vosotros, y los vi porque el jefe Bunga no tenĂa secretos para mĂ. Uno era moreno, de pelo negro y ensortijado, y barba clara y negra tambiĂ©n; los otros eran todos blancos, incluso la mujer.