-Ya no son las escuadras inglesas, que no tardarán en alcanzarnos, ni la flotilla del rajá de Sarawak, lo que me inquieta: es el misterio que rodea al hijo de tu antiguo enemigo, mi querido Tremal-Naik. ¿Dónde se es conde ese hombre, que ha dado una prueba tan considerable de su poderÃo, destruyendo tus plantaciones y tus posesiones por obra del peregrino? ¿Cuándo nos acometerá? ¿Qué es lo que está tramando? Yo no temo a nadie y, sin embargo, ese hombre, a quien no hemos visto jamás, que no sabemos dónde se halla ni lo que prepara, me preocupa más que la presencia de una escuadra inglesa.
-¿No habéis recogido ninguna noticia acerca de él? - preguntó Tremal-Naik, que parecÃa tanto o más preocupado que el formidable pirata.
-Hemos interrogado durante nuestra caminata hacia el Sur a varias personas y detenido a algunos veleros de Sarawak; pero no hemos logrado saber dónde está ese hombre.
-¡No será un espÃritu!
-Alguna vez habremos de verle la cara - dijo Yáñez -. Si quiere hacer la guerra y vengar la muerte de su padre, no podrá permanecer escondido eternamente.
-Y mientras tanto, ¿qué es lo que piensas hacer, Sandokán? -preguntó Tremal-Naik.