El Rey Lear

ESCENA VII

Una tienda en el campamento francés

Entran CORDELIA, el CONDE de KENT y el MÉDICO.

CORDELIA.—¡Oh, mi buen Kent! ¿Cómo podré recompensar todas tus bondades? La vida es demasiado corta, y cada instante que pasa es perdido para mi agradecimiento.

EL CONDE DE KENT.—Pagado quedo de sobra, señora, con la confidencia que os habéis dignado hacerme. La exacta verdad ha dictado mis relatos; nada he omitido, ni he exagerado nada.

CORDELIA.—Ponte un traje más decente; las pobres vestiduras que llevas me recuerdan sin cesar esos días de oprobio y de calamidad; múdalas, por favor.

EL CONDE DE KENT.—Perdonad, señora; sería reconocido y detenido en el curso de mis proyectos. Fingid que no me conocéis hasta que el tiempo y yo juzguemos necesario descubrir quien soy.

CORDELIA.—Sea como gustes, amigo mío. (Al MÉDICO.) ¿Cómo sigue el rey?

EL MÉDICO.—Aún duerme, señora.

CORDELIA.—¡Dioses clementes! Cerrad esa herida de su pobre razón; restableced la armonía y la calma en los sentidos de ese padre caído en demencia.

EL MÉDICO.—¿Permite vuestra alteza que despertemos al rey? Hace ya mucho tiempo que reposa.

CORDELIA.—Seguid lo que os prescriba vuestro arte y obrad como mejor creáis. ¿Está vestido?

eXTReMe Tracker