La fierecilla domada

No puedo esperar más tiempo. He conocido una muchacha a la que le bastó una tarde para casarse. Es decir, aprovechando el ir a su huerta a coger perejil para preparar un conejo. Haced como ella, señor. Tras lo cual ¡adiós mi amo! El otro me ha ordenado que vaya a la iglesia de San Lucas con objeto de decir al cura que esté dispuesto para el momento en que lleguéis con vuestra mitad. (Sale.)

LUCENTIO:

Entendido y de acuerdo… si Blanca consiente. Que consentirá. ¿Podría dudarlo? Suceda lo que suceda le propondré la cosa sin tapujos; y mal tendría que irle a Cambio para volver sin ella. (Sale.)








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