La fierecilla domada

No, caballero; en verdad que poco importa cuanto explica en latín. Y decidme si no habría ahora una razón sobrada para abandonar su servicio. Porque escuchad, señor: me ha dicho que le golpease, que le golpease sin duelo. Y decidme vos si hubiera estado bien que un criado hiciese tal cosa con su amo. Sin contar que se trata de un hombre que (a simple vista se advierte) no parece tener talla como para defenderse. Pero más me hubiera valido haber golpeado fuerte, como me decía. No hubieras recibido ¡pobre Grumio!, lo que has recibido.

PETRUCHIO:

¡Qué idiota!, querido Hortensio. Lo que he dicho a este majadero ha sido que golpease tu, puerta y no ha habido medio de que me obedeciese.

GRUMIO:

¿Que golpease la puerta? ¡El cielo me valga! ¿Es que no me habéis dicho exactamente: «¡Pícaro, golpéame ahí!, ¡golpéame bien, golpéame fuerte!», y ahora decís se trataba de golpear la puerta?

PETRUCHIO:

Anda, idiota, quítate de mi vista o calla, te lo aconsejo.

HORTENSIO:

eXTReMe Tracker