La riqueza de las naciones

No pretendo con todo lo que he dicho hasta aquí arrojar ninguna imputación odiosa sobre el carácter general de los funcionarios de la Compañía de las Indias Orientales, y mucho menos sobre ninguna persona en concreto. Pretendo censurar el sistema de gobierno, la situación en que se encuentra y no las personas que allí actúan. Ellas actuaron según las direcciones naturales de su situación, y aquellos que más airadamente han protestado en su contra no habrían actuado mejor. En la guerra y en la política, los consejos de Madras y Calcuta se han comportado en varias ocasiones con una resolución y sabiduría de decisión que habrían honrado al senado de Roma en los mejores días de esa república. Los integrantes de esos consejos fueron educados para profesiones muy distintas de la guerra y la política. Pero sólo a partir de su situación, sin educación, experiencia ni ejemplos, parece que han surgido en ellos de pronto capacidades y virtudes que ni ellos mismos soñaban poseer. Si en algunas ocasiones, entonces, han sido animados a actuar magnánimamente, algo que no podía esperarse de ellos, no deberíamos asombrarnos si en otras ocasiones resultaron empujados hacia hazañas de distinta naturaleza.




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