Utterson estaba sentado junto al fuego una noche, después de cenar, cuando recibió la inesperada visita de Poole.
-¡Qué sorpresa, Poole! ¿Cómo por aqu� - exclamó. Luego, mirándolo mejor, preguntó con aprensión-: ¿Qué pasa? ¿El doctor está enfermo?
-Señor Utterson -dijo el criado-, hay algo que no me gusta, que no me gusta nada.
-¡Sentaos y tranquilizaos! Bueno, tomad un vaso -dijo el notario-. Y ahora decidme con claridad qué pasa.
-Bien, señor -dijo Poole-, vos sabéis cómo es el doctor y cómo estaba siempre encerrado allÃ, en la habitación de encima del laboratorio. Pues bien, la cosa no me gusta, señor, que yo me muera si me gusta . Tengo miedo, señor Utterson.
-¡Pero explicaos, buen hombre! ¿De qué tenéis miedo?
-Tengo miedo desde hace unos dÃas, quizás desde hace una semana -dijo Poole eludiendo obstinadamente la pregunta-, y ya no aguanto más.