El nueve de enero, hace cuatro días, recibí con la correspondencia de la tarde una carta certificada, enviada por mi colega y antiguo compañero de estudios Henry Jekyll. Fue algo que me sorprendió bastante, ya que no teníamos la costumbre de escribirnos cartas. Por otra parte había visto a Jekyll la noche anterior, más aún, había estado cenando en su casa, y no veía qué motivo pudiese justificar entre nosotros la formalidad de un certificado. He aquí lo que decía:
9 de enero de 18…
Querido Lanyon: