23 de septiembre. Jonathan ha mejorado después de una mala noche. Estoy contenta de que tenga bastante trabajo que hacer, pues eso le mantiene la mente alejada de cosas terribles; y, ¡oh, estoy feliz de que ahora ya no esté abrumado por la responsabilidad de su nueva posición! Yo sabía que sería fiel a sí mismo, y ahora estoy orgullosa de ver a mi Jonathan elevándose hasta las alturas de su avanzada posición y manteniendo el paso en toda forma con los deberes que recaen sobre él. Estará fuera de casa todo el día hasta tarde, pues dijo que no regresaría a la hora de comer. He terminado mis quehaceres domésticos, por lo que tomaré su diario extranjero y me encerraré en mi cuarto para leerlo…
24 de septiembre. No tuve ánimos de escribir anoche; ese terrible registro de Jonathan me sobresaltó. ¡Pobre querido mío!, cómo debe haber sufrido, sea verdad o sólo su imaginación. Me pregunto si hay alguna verdad en todo eso. ¿Tuvo primero la fiebre cerebral y luego escribió todas esas cosas terribles, o había otra causa para todo ello? Supongo que nunca lo sabré, pues no me atrevo a abrir conversación sobre el tema con él… ¡Y sin embargo, ese hombre que vio ayer! Parecía estar bastante seguro de él…