Las aventuras de Tom Sawyer

Joe el Indio fue enterrado cerca de la boca de la cueva; la gente acudió al acto en botes y carros desde el pueblo y desde todos los caseríos y granjas de siete millas a la redonda; trajeron con ellos los chiquillos y toda suerte de provisiones de boca, y confesaban que lo habían pasado casi tan bien en el entierro como lo hubieran pasado viéndolo ahorcar.

Este entierro impidió que tomase mayores vuelos una cosa que estaba ya en marcha: la petición de indulto a favor de Joe el Indio al gobernador del Estado. La petición tenía ya numerosas firmas; se habían celebrado multitud de lacrimosos y elocuentes mítines y se había elegido un comité de mujeres sin seso para ver al gobernador, enlutadas y llorosas, a implorarle que se condujese como un asno benévolo y echase a un lado todos sus deberes. Se decía que Joe el Indio había matado a cinco habitantes de la localidad; pero ¿qué importaba eso? Si hubiera sido Satanás en persona no hubieran faltado gentes tiernas de corazón para poner sus firmas al pie de una solicitud de perdón y mojarla con una lágrima siempre pronta a escaparse del inseguro y agujereado depósito.



eXTReMe Tracker