El faro del fin del mundo

Por otra parte, el embarque de la carga no había de retardar la salida de la Maule. La chalupa se dirigía frecuentemente a la caverna con los hombres que no estaban empleados por Vargas.

A cada viaje, la chalupa llevaba objetos que debían ocupar su lugar en la cala de la goleta. Estos objetos eran depositados provisionalmente en el almacén del faro; así es que el cargamento se efectuaría con más facilidad, con más regularidad que si la Maule hubiera fondeado frente a la caverna, la entrada de la bahía, donde la operación hubiera podido ser contrariada por el mal tiempo. Sobre aquella costa, que prolongaba el cabo San Juan, no existía otro abrigo que la pequeña caleta, al pie del faro.

Unos días más, y las reparaciones estarían definitivamente acababas, y la Maule en disposición de hacerse a la mar, después de recibir a bordo el cargamento. Efectivamente, el día 12 se daban a los trabajos los últimos toques de calafateo. Hasta se habla pintado el casco con unos tarros de pinturas encontrados en una caja procedente de un naufragio. Kongre aprovechó la ocasión para cambiar el nombre de la goleta, a la que bautizó con el de Carcante, en honor a su segundo.

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