Las Indias Negras

Lo más sensato era seguir los consejos del viejo minero. . . y de todas maneras no quedaba otra alternativa. Había que substituir la vista por las manos y confiarse en el instinto de Simon Ford y de su hijo; gracias a Dios, ese sexto sentido era una nueva naturaleza en los dos mineros.

Así las cosas, emprendieron el viaje de regreso; ninguno hablaba. No era que les faltara algo en qué pensar. Todo lo contrario; pero. . .,¿quién era el enemigo ... ? ¿Cómo defenderse de sus ataques... ? Esta idea les obsesionaba, pero no era precisamente el momento de desanimarse. Harry servía de guía. Avanzaba tanteando las paredes, buscando con sus manos todas las sinuosidades de la galería. De ese modo no podía apartarse del camino.

Las dificultades del viaje, aumentadas notablemente por la absoluta falta de luz, lo habían hecho durar ya casi dos horas. Por el tiempo transcurrido, James Starr calculaba que deberían estar cerca del fin de la galería.

Pocos segundos después, Harry detenía la marcha.

-¿Hemos llegado? -preguntó Simon Ford.

-Si -respondió el joven. -¿Encontraste la comunicación con la vieja mina?...

eXTReMe Tracker