-¡En marcha! -dijo Simon Ford, tomando un sólido pico que estaba apoyado contra la pared de la casa.
-¡En marcha! - repitió el ingeniero-. ¡Hasta luego, Madge!
-¡Dios os acompañe! -repuso la escocesa.
-Queremos una buena cena - recomendó Simón -. ¡Tendremos hambre al regreso, y le haremos honores!
CAPITULO 6