Todos festejaron el cuento y aceptaron que a falta de otra cosa, bueno era el árbol. El dÃa habÃa pasado y llegó la noche: un buen sueño debÃa terminar aquel dÃa tan agitado. Los huéspedes del ombú se sentÃan fatigados, ya sus alados compañeros les daban el ejemplo al suspender sus cantos y desaparecer en lo más espeso de las ramas. Antes de "meterse en el nido" -como decÃa PaganelGlenarvan con Roberto y el sabio subieron a contemplar la lÃquida llanura. El sol ya se habÃa puesto, las brillantes constelaciones del hemisferio sur aparecÃan veladas por la bruma, sin embargo, se las distinguÃa bien y Paganel les hizo observar la Cruz del Sur, grupo de estrellas de primera y segunda magnitud dispuestas en forma de rombo; el Centauro donde brilla la estrella más próxima a la Tierra, la que no dista más de cuarenta y cinco billones de kilómetros; las nubes de Magallanes, dos grandes nebulosas y, por último, "el agujero negro" en que parece faltar totalmente la sustancia estelar.
Con gran pena, el sabio comprobó que Orión no era aún visible, pero igual les contó una poética creencia de los indios patagones quienes ven en Orión la representación de un inmenso lazo y de tres bolas lanzadas por la mano del cazador que recorre las celestiales praderas. Mientras conversaban, un enorme nubarrón fue cubriendo gran parte del cielo; el ambiente estaba calmo y saturado de electricidad.