-¡Sí! -exclamó en seguida Quinsonnas, cerrando el piano con furia-. Y después de él, nada. Quién lo va a comprender ahora. Basta, hijos míos, basta de regresos al pasado. Soñemos en el presente. ¡Que la industria recobre su imperio!
Y diciendo esto, tocó el instrumento, el teclado bajó y dejó ver una cama preparada y un toilette provisto de diversos utensilios.
-Miren bien lo que es capaz de inventar nuestra época: ¡Un piano-cama-cómoda-toilette!
-Y mesa de noche -agregó Jacques. -Como dices, querido. ¡Está completo!
Una visita al tío Huguenin
Los tres jóvenes se hicieron muy amigos después de esa velada memorable; constituían un pequeño mundo aparte en la vasta capital de Francia.
Michel pasaba los días en el Libro Grande; parecía resignado; sólo le faltaba visitar al tío Huguenin para ser feliz; con él se habría sentido dentro de una verdadera familia: el tío sería su padre y los dos amigos, sus hermanos mayores. Solía escribir al viejo bibliotecario y éste le contestaba lo mejor que podía.