Viaje al centro de la tierra

Al contemplar la altura de la cumbre del Sneffels, me parecía imposible poder llegar por aquel lado hasta ella, si el ángulo de inclinación de las pendientes no se cerraba algo. Afortunadamente, tras una hora de trabajos y de inauditos esfuerzos, en medio de la vasta alfombra de nieve que se extendía sobre la cumbre del volcán, descubrieron nuestros ojos de improviso una especie de escalera que simplificó nuestra ascensión. Estaba formada por uno de esos torrentes de piedras arrojadas por las erupciones, cuyo nombre islandés es stinâ. Si este torrente no hubiese sido detenido en su caída por la disposición especial de los flancos de la montaña, habría ido a precipitarse en el mar, formando nuevas islas.

Tal como era, nos fue en extremo útil. La rapidez de las pendientes iba cada vez en aumento, pero aquellos escalones de piedra permitían remontarlos fácilmente y hasta con rapidez tal que, como me retrasase un momento mientras que mis compañeros proseguían la ascensión, llegué a verlos reducidos a una pequeñez microscópica por efecto de la distancia.

A las siete de la tarde habíamos ya subido los dos mil peldaños que tiene esta escalera, y dominábamos un saliente de la montaña, especie de base sobre la cual se apoyaba el cono del cráter.

eXTReMe Tracker