Viaje al centro de la tierra

Tomé otra vez mi fardo con denuedo y seguí con paso rápido a Hans, que precedía a mi tío, procurando no distanciarme, pues mi principal cuidado era no perder jamás de vista a mis compañeros. Me estremecía ante la idea de extraviarme en las profundidades de aquel laberinto.

Por otra parte, si bien el camino ascendente era más fatigoso, me consolaba el pensar que, en cambio, nos acercaba a la superficie de la tierra. Era ésta una esperanza que veía confirmada a cada paso.

A mediodía cambiaron de aspecto las paredes de la galería. Me di cuenta de ello al observar la debilitación que sufrió la luz eléctrica reflejada por ellas. Al revestimiento de lava sucedió la roca viva. El macizo se componía de capas inclinadas y a menudo verticalmente dispuestas. Nos hallábamos en pleno período de transición, en pleno período silúrico[10].

—¡Es evidente —exclamé— que los sedimentos de las aguas han formado, en la segunda época de la tierra, estos esquistos, estas calizas, y estos asperones! ¡Volvemos la espalda al macizo de granito! Hacemos como los vecinos de Hamburgo que, para trasladarse a Lubeck, tomasen el camino de Hannover.

Preferible habría sido que me hubiese reservado mis observaciones: pero mi temperamento de geólogo pudo más que la prudencia, y el profesor Lidenbrock oyó mis exclamaciones.

eXTReMe Tracker