Viaje al centro de la tierra

Esto no obstante, tuve que ponerme de pie y pasear en derredor la mirada. Mi primera lección de vértigo duró una hora. Cuando, al fin, me permitieron bajar y sentar mis pies en el sólido piso de las calles, estaba desfallecido.

—Mañana repetiremos la prueba —me dijo el profesor.

Y en efecto, durante cinco días tuve que repetir tan vertiginoso ejercicio, y, de grado o por fuerza, hice sensibles progresos en el arte de las altas contemplaciones.











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