La Isla del Dr. Moreau

Me explicó que su relativa seguridad residía en la limitada capacidad intelectual de los Monstruos. A pesar de su relativa inteligencia y de la tendencia de sus instintos animales a reaparecer, Moreau había implantado en sus mentes ciertas ideas fijas que limitaban por completo su imaginación. En realidad, estaban hipnotizados, les habían inculcado que ciertas cosas son imposibles y otras están prohibidas, y estas prohibiciones se hallaban implícitas en sus mentes, anulando todo intento de desobediencia o litigio.

Pero la situación no era tan estable en lo relativo a ciertos aspectos en los que el antiguo instinto amenazaba los intereses de Moreau. Una serie de normas a las que llamaban la Ley (y que yo les había oído recitar) luchaba en sus mentes contra el anhelo, siempre rebelde y profundamente arraigado, de su naturaleza animal. Tanto Montgomery como Moreau mostraban especial interés en impedirles que conocieran el sabor de la sangre. Temían las inevitables consecuencias que este sabor podía provocar.





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