Sonó el teléfono. Una mano velluda, adornada con un par de valiosas sortijas, levantó el aparato. ?¿SÃ? ?Hola. Ya está liquidado el asunto. ?¿Ha salido bien? ?Perfectamente. ?¿No ha habido fallos? ?Si hubiera habido algún fallo, ya no serÃa perfecto. Yo dirÃa que ni se enteró.