Reseña de Mar de naves perdidas
El chasquido de los dos percutores al ser amartillados, despertó bruscamente a don Alvaro de Quirós, para encontrarse con un doble cañón de negro acero apuntándole entre ambas cajas, justo pegado a su rostro.Los últimos vestigios de sueño volaron como por ensalmo de su aturdida cabeza, y se quedó contemplando, helado, aquella ominosa presencia, justo ante sus ojos.Don Alvaro, en vez de seguir preguntando, trató de centrar su mirada más allá de la forma amenazadora de la pistola. Vio un rostro absolutamente desconocido frente a él.