Los pocos clientes que aquella mañana mataban su ocio en la taberna de Jack «El Rojo», en Billings, importante poblado de la parte casi central del Estado de Montana, se sentÃan un poco sobrecogidos y acobardados, por la actitud de un extraño cliente, que, sentado en un rincón del establecimiento, tenÃa ante sà una mÃsera copa de aguardiente. Era un hombre que andarÃa frisando los veintiocho o los treinta años. En su rostro moreno, casi cetrino, tostado por el sol y el aire, acusaba huellas que lo mismo podÃan ser de sufrimiento que de hambre. Era un hombre de excelente musculatura y bien conformado esqueleto.