Oliver Twist

Capítulo XVI

De lo que aconteció a Oliver Twist después de haber sido reclamado por Anita

La madeja confusa de callejas sucias y estrechas vino a terminar en una explanada en la cual se veían diseminados varios corrales y otras indicaciones de ser aquél el mercado de ganados. Sikes acortó el paso al llegar al punto mencionado, disposición acertada, pues la muchacha estaba rendida y no hubiera podido continuar caminando con tanta prisa. Volvióse entonces hacia Oliver, y con el tono áspero que le era habitual, mandóle que tomara la mano de Anita.

—¿Oyes? —gritó Sikes, viendo que Oliver titubeaba y tendía alrededor sus miradas.

Encontrábanse en un sitio solitario, aislado, fuera de todo tránsito, y convencido Oliver de que la resistencia habría de ser inútil, alargó su mano que la muchacha agarró con fuerza.

—Dame la otra —gruñó Sikes, apoderándose de ella a la par que hablaba. —¡León… aquí!

El perro se acercó gruñendo.

—Escúchame bien —repuso Sikes, poniendo la mano desocupada en el cuello de Oliver—. Si habla una palabra, una sola, hazle presa aquí, ¿entiendes?

El animal gruñó por segunda vez, se lamió el hocico y miró a Oliver como deseando no esperar a que éste hablara para hundir sus colmillos en su garganta.

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