el mundo, oculto menos tiene el rostro,
cuando a las moscas siguen los mosquitos,
luciérnagas contempla allá en el valle,
en el lugar tal vez que ara y vendimia;
toda resplandecía en llamaradas
la bolsa octava, tal como advirtiera
desde el sitio en que el fondo se veía.
Y como aquel que se vengó con osos,
vio de Elías el carro al remontarse,
y erguidos los caballos a los cielos,
que con los ojos seguir no podia,
ni alguna cosa ver salvo la llama,
como una nubecilla que subiese;
tal se mueven aquéllas por la boca
del foso, mas ninguna enseña el hurto,
y encierra un pecador cada centella.
Yo estaba tan absorto sobre el puente,
que si una roca no hubiese agarrado,
sin empujarme hubiérame caído.
Y viéndome mi guía tan atento
dijo: « Dentro del fuego están las almas,
todas se ocultan en donde se queman.»
«Maestro —le repuse—, al escucharte
estoy más cierto, pero ya he notado
que así fuese, y decírtelo quería:
¿quién viene en aquel fuego dividido,
que parece surgido de la pira