La Divina Comedia

dijo: «¿Por qué nos miras de ese modo?

Si saber quieres quién son estos dos,

el valle en que el Bisenzo se derrama

fue de Alberto, su padre, y de estos hijos.

De igual cuerpo salieron; y en Caína

podrás buscar, y no encontrarás sombra

más digna de estar puesta en este hielo;

no aquel a quien rompiera pecho y sombra,

por la mano de Arturo, un solo golpe;

no Focaccia; y no éste, que me tapa

con la cabeza y no me deja ver,

y fue llamado Sassol Mascheroni:

si eres toscano bien sabrás quién fue.

Y porque en más sermones no me metas,

sabe que fui Camincion dei Pazzi;

y espero que Carlino me haga bueno.»

Luego yo vi mil rostros por el frío

amoratados, y terror me viene,

y siempre me vendrá de aquellos hielos.

Y mientras que hacia el centro caminábamos,

en el que toda gravedad se aúna,

y yo en la eterna lobreguez temblaba,

si el azar o el destino o Dios lo quiso,

no sé; mas paseando entre cabezas,

golpeé con el pie el rostro de una.

Llorando me gritó: «¿Por qué me pisas?

Si a aumentar tú no vienes la venganza

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