La Divina Comedia

su alma, que es hermana de las nuestras,

subiendo no podía venir sola,

porque no puede ver como nosotros.

Y me sacaron de la gran garganta

infernal, para guiarle, y guiarele

hasta donde mi escuela pueda hacerlo.

Mas, si lo sabes, dime, ¿por qué tales

sacudidas dio el monte, y por qué a una

parecieron gritar hasta su base.?»

Así dio, preguntando, en todo el blanco

de mi deseo, y con las esperanzas

aquella sed sentí más satisfecha.

Y aquel dijo: «No hay cosa que sin orden

pase en la santidad de la montaña,

o que suceda fuera de costumbre.

De toda alteración esto está libre:

uno que el cielo dio y que en él recibe

puede ser la razón, y no otra causa.

Porque la lluvia, el granizo, la nieve,

el rocío y la escarcha más arriba

no caen de la escalera de tres gradas;

nubes espesas no hay ni enrarecidas,

ni rayos, ni la hija de Taumente,

que abajo cambia a menudo de sitio;

no sigue el viento seco más arriba

que la más alta de las escaleras,

donde se sienta el vicario de Pedro.

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