voy expresando aquello que me dicta.»
«¡Ah hermano, ya comprendo —dijo— el nudo
que al Notario, a Guiton y a mí separa
del dulce estilo nuevo que te escucho!
Bien veo ahora cómo vuestras plumas
detrás de quien os dicta van pegadas,
lo que no sucedía con las nuestras;
y quien se ponga a verlo de otro modo
no encontrará ninguna diferencia.»
Y se calló bastante satisfecho.
Cual las aves que invernan junto al Nilo,
a veces en el aire hacen bandadas,
y luego aprisa vuelan en hilera,
así toda la gente que allí estaba,
volviendo el rostro apresuró su paso,
por su flaqueza y su deseo raudas.
Y como el hombre de correr cansado
deja andar a los otros, y pasea
hasta que calma el resollar del pecho,
dejó que le pasara la grey santa
y conmigo detrás vino Forese,
diciendo: «¿Cuándo te veré de nuevo?»
«No sé —repuse—, cuánto viviré;
mas no será mi vuelta tan temprano,
que antes no esté a la orilla mi deseo;
porque el lugar donde a vivir fui puesto,
del bien, de día en día, se despoja,