La Divina Comedia

Más no debe admirarte, si bien juzgo,

tu subida, que un río que bajara

de la cumbre del monte a la llanura.

Asombroso sería en ti si, a salvo

de impedimento, abajo te sentaras,

como en el fuego el aquietarse en tierra.»

Volvió su rostro entonces hacia el cielo.







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