La Divina Comedia

de gente que a nosotros se ocultaba.

Y por ello me dijo: «Si tronchases

cualquier manojo de una de estas plantas,

tus pensamientos también romperias.»

Entonces extendí un poco la mano,

y corté una ramita a un gran endrino;

y su tronco gritó: «¿Por qué me hieres?

Y haciéndose después de sangre oscuro

volvió a decir: «Por qué así me desgarras?

¿es que no tienes compasión alguna?

Hombres fuimos, y ahora matorrales;

más piadosa debiera ser tu mano,

aunque fuéramos almas de serpientes.»

Como. una astilla verde que encendida

por un lado, gotea por el otro,

y chirría el vapor que sale de ella,

así del roto esqueje salen juntas

sangre y palabras: y dejé la rama

caer y me quedé como quien teme.

«Si él hubiese creído de antemano

—le respondió mi sabio—, ánima herida,

aquello que en mis rimas ha leído,

no hubiera puesto sobre ti la mano:

mas me ha llevado la increible cosa

a inducirle a hacer algo que me pesa:

mas dile quién has sido, y de este modo

algún aumento renueve tu fama

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