… Ahórreme usted sus bien intencionados consejos. ¿Sabe usted acaso en qué situación me pone? ¿Qué palabras son ésas? ¡No habría usted obrado así, de haber sabido cómo hay que proceder! ¿Qué significa esto? Sabe usted que soy de su misma opinión y que hemos hablado de ello más de lo conveniente; pero esto no se puede escribir. ¿Tiene usted por idiotas a los demás?
Si escribo ahora, es porque sé perfectamente que no puede pasar nada; he tenido la prudencia de omitir las señas del remitente y usted recibirá esta carta por el conducto conocido. Aunque se supiera quién ha escrito estas líneas, en ningún lugar estaría yo más seguro que en Stalingrado. ¡Es tan fácil decir: rindan armas! ¿Cree usted que los rusos nos van a perdonar? Puesto que es usted una persona inteligente, ¿por qué no exige a sus amigos que se nieguen a reponer municiones y material de guerra?