… Hace ya once días que dura este jaleo. Una vez más puedo hoy mandarte unas líneas. Confío en que habrás recibido todas mis cartas anteriores. A mí tampoco me faltó nunca nada. Pero la vida fue sin duda muy bella para que uno pueda seguir viviéndola tranquilamente en estos días.
Hemos sido empujados hacia el corazón de la ciudad. ¡Esta condenada ciudad! ¡Ojalá llegue pronto el fin! Y, como escribí ya una vez: dejad que siga alegremente mi camino…
¡Adiós!