Los Lanzallamas

Remo entrechoca una risita seca. Su orgullo se debate contra la dulzura que en él suscitan las palabras de la muchacha. Luciana entrecierra lentamente los párpados, se sienta a la orilla del sofá y dice:

—No te digo que me quieras. No. El querer y el no querer no se mandan. ¡Pobres nuestros corazones, si es así!

Erdosain la mira sorprendido.

—Repetí otra vez esas palabras.

—¿Qué palabras?

—Esas últimas que dijiste.

—Si es así: el querer y el no querer no se mandan… ¡Mira si serán de pobres nuestros corazones! Decime, ¿por qué has cambiado tanto con nosotros?

—Quiero estar solo.

—¿Por qué querés estar solo?

—Porque se me da la gana. Quiero estar solo… 

—Sos testarudo corno un chico. ¿Por qué querés estar solo? Decime…

—Uff con esta mujer… Quiero estar solo. Decime, ¿no tengo derecho a estar solo?

—¿Para qué? ¿Para atormentarte como lo hacés? 

—¿Se te importa a vos?

—Me preocupa, porque estás triste.

eXTReMe Tracker